Madera como combustible
La calefacción con madera es tan confortable como la de gasóleo o gas. La madera es un combustible ecológico de producción local que se regenera en grandes cantidades con unas emisiones de CO2 neutras y cuyo suministro no resulta afectado por conflictos internacionales.
Desde el punto de vista económico y ecológico, la madera es el combustible óptimo, tanto en trozos como en pellets o astillas. Cuando tiene forma de pellets o de astillas, este combustible es transportado de manera totalmente automática desde el silo hasta la caldera. La combustión tiene lugar en función de la demanda de calor y los tiempos/temperaturas ajustados en el control.
Como proveedor integral para la sala de calderas, Froling produce calderas capaces de funcionar con pellets, astillas y leña.
Leña: el combustible tradicional
La calefacción con leña tiene una larga tradición. La leña puede tener un metro de largo o puede estar desmenuzada y lista para quemar en trozos de 25, 30 o 50 cm de largo. Los sistemas modernos de calefacción de leña alcanzan valores óptimos de combustión con unas emisiones bajas. Para ello, el contenido de agua de la leña debe ser lo más bajo posible y no superar el 20 – 30 por ciento.
Calefacción con pellets: el combustible del futuro
Los pellets están hechos de madera natural sin tratar. Las grandes cantidades de serrín y virutas que genera la industria maderera se compactan y peletizan sin tratamiento previo. Los pellets tienen una alta densidad energética y son fáciles de suministrar y almacenar. Por ello, son el combustible ideal para sistemas de calefacción completamente automáticos.
Calefacción con astillas: energía procedente de bosques locales
Las astillas son un combustible de producción local, que no se ve afectado por las crisis internacionales y, además, es ecológico. Además, la producción de astillas de madera garantiza puestos de trabajo dentro del mercado nacional. Por eso, las astillas son el combustible ideal, tanto desde un punto de vista tanto económico como ecológico. Los restos de madera procedentes de la limpieza de bosques, de la industria maderera, etc. se trituran y se convierten en astillas. Dependiendo la madera utilizada, existen diferentes categorías de calidad.
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